Opinión de: José Francisco Cajigas Lozano. Empresario Restaurantero e Impulsor del proyecto ciudadano VISITADOLORES.TRAVEL

Un día nos despertamos y todo, si todo, o casi todo, era distinto. Sin previo aviso, tuvimos que alejarnos unos de otros, dejamos de lado besos y abrazos que nos llenan de fuerza, dejamos de estrecharnos las manos para sentir confianza, dejamos de hablarnos de frente para descubrir la verdad. De ¨golpe y porrazo¨, nos disfrazamos con máscaras y guantes, nos rociamos con gel y líquidos. De forma repentina e inesperada los seres humanos dejamos de ser tan importantes y poderosos como creíamos serlo.

Un día dejamos de visitar los pueblos y las playas, dejamos los conciertos y los eventos masivos, nos restringieron las compras, nos ¨recomendaron¨ dejar de ir a comer a espacios o lugares públicos, nos alejaron de las aulas de clases, nos limitaron horarios de oficinas y nos separaron de nuestros amig@s y hasta de nuestros seres queridos; todo esto, al despertar se habían convertido en ¨armas peligrosas¨.

También aprendimos cosas importantes, a cuidarnos más y a cuidar a los que amamos, aprendimos que el dinero no puede comprar el oxígeno y el aire que necesitamos, entendimos que el poder, de nada sirve si es de unos cuantos, aprendimos que no somos, ni estamos cerca siquiera, de creernos los ¨dueños¨ de este planeta, nos dimos cuenta que solo somos un ¨invitado¨ más, que habita aquí, que tiene la fortuna de despertar…y mientras tanto…la vida sigue y sigue igual de hermosa y latente.

¿Pero, todo es tan malo? ¿Todo esto significa algo?

No, no es tan malo y si, significa algo. La gran ocasión para apreciar lo verdaderamente importante y bello de la vida, significa la inmensa oportunidad de comenzar de nuevo, juntos, unidos como seres humanos, como vecinos, como compañeros, como colegas, como parejas, como padres, como hijos, como ciudadanos, como alumnos, como maestros, como personas.

Todo esto nos ha enseñado también, si, nos ha dado la oportunidad de aprender a ¨conectarnos¨ con nuestros semejantes de manera virtual, entendiendo que la distancia social no es capaz de callar nuestras palabras. Nos enseño a convertir una casa en oficina o salón de clases para seguir estudiando y preparándonos para el futuro, aprendimos a usar más la imaginación y a poner en práctica la creatividad y el emprendimiento para salir adelante, nos conectó mucho más con la naturaleza y la importancia de recuperar nuestro planeta para los que vienen atrás de nosotros, entendimos que debemos de apoyarnos localmente como sociedad y comunidad y que solo nosotros dependemos de nosotros mismos. Entendimos la fragilidad de nuestra especie frente a un ¨insignificante¨ virus y la importancia y responsabilidad de quienes nos protegen, médicos, enfermeras y personal de salud. Aprendimos a dar las gracias más seguido, a lavarnos las manos y hasta a separar la basura, aprendimos que sabemos muy poco y que lo que creíamos saber, no lo sabíamos.

Así que, amigos lectores, solo me queda pedirles que ¨NO PERDAMOS LA Fɨ, sin pretensión o intención de llevar esta humilde opinión al terreno espiritual o religioso y desde mi trinchera libre y ciudadana les aseguro que, lo peor que nos puede suceder, todavía, es perder la fe. Mientras creamos en ella, existirá la esperanza y aunque volvamos a caer, nos confinen nuevamente, nos cierren las puertas o nos alejen de nuevo, les aseguro que nos pondremos de pie.

Podemos sufrir los embates de la inseguridad, de la crisis económica y de la pandemia, pero si conservamos encendida, por mínima que esta sea, la llama de la fe y la confianza, podremos ayudarnos y confortarnos unos a otros, asumiendo el verdadero rol por el cual estamos aquí, el de vivir, el de ser felices y el de tener la oportunidad de seguir disfrutando…

…el nuevo amanecer, de un nuevo día!